lunes, 30 de octubre de 2017
miércoles, 26 de julio de 2017
martes, 25 de julio de 2017
jueves, 20 de julio de 2017
Ni príncipe azul ni san José. El hombre perfecto no existe, deja de esperarlo
Escrito por Sebastian Campos (http://catholic-link.com/principe-azul-hombre-perfecto/)
Ni azul ni de
ningún color, de hecho, los príncipes son parte de la realeza y solo en
contadas excepciones se juntan con gente de fuera, por lo tanto, a no ser que
aspires a ser como “Lady Diana de Gales” y casarte con un príncipe, quizás
sea momento de aceptar que los ideales son eso y en cosas del amor
funciona la misma regla. Tampoco se trata de resignación y buscar el mal
menor o conformarse con lo que venga sin aspirar a nada más. Pero déjame
decirte: el hombre perfecto no existe, por lo tanto, ya deja de esperarlo.
Este post (aunque
es para todos) en especial lo hemos preparado pensando en las mujeres que han
discernido que su vocación es a la vida matrimonial, por lo que, habiendo
descubierto este llamado personal de Dios, se abren a la posibilidad de
establecer una relación de pareja con un hombre con miras al matrimonio, por lo
tanto se han tomado en serio este tema y están trabajando para hacerlo
realidad.
En lo personal
veo cierta ansiedad, una ansiedad que pisa los límites de la
frustración, pues estadísticamente dentro de la Iglesia son más mujeres que
hombres y cuando hablamos de católicos comprometidos, de los que hacen algún
apostolado y viven su fe a fondo, la cosa es aún más desproporcionada.
El fenómeno causa varias cosas. Por un lado, las chicas al ser muchas y
todas ellas apóstoles comprometidas, conocen de su fe y no se conforman con
cualquier persona, por lo que buscan a alguien acorde a sus aspiraciones y que
viva la fe como ellas. Por otra parte, la búsqueda queda restringida solo a los
grupos “intra Ecclesia”, por lo que el número de candidatos es
sumamente reducido y generalmente (esto lo he escuchado de mujeres): los buenos
ya tienen novia. Para los varones es un poco más sencillo. Los que vivimos
la fe somos siempre menos en número comparado con las mujeres y los que, siendo
jóvenes han discernido su vocación y están en plan de “buscar novia”, siempre
tienen muchas candidatas.
No se trata de
cosificar las relaciones y mirarnos como objetos, pero es que parece que el
asunto se reduce a: «Estoy soltero(a), busco novio(a) y la condición número uno
es que sea alguien de Iglesia y que viva su fe como yo». Eso, en el mejor de los casos, porque además
nos ponemos a preguntar ¿qué características tiene tu hombre ideal? Entonces el
asunto se complica aún más, pues no solo debe ser creyente y practicante, sino
que amar a los niños, ser preocupado del hogar, detallista, romántico, saber
bailar, ser buen cocinero, con vida espiritual, guapo, fuerte, servicial y así,
una lista enorme que estoy seguro que ni el mismo san José podría lograr.
Chicas, no quiero
nivelar para abajo y defender a mis amigos solteros. Pero si quiero invitarte a
que, si estás esperando a que aparezca el príncipe azul y por eso nadie
está a tu altura como para ser tu pareja, te replantees la situación y
juntos miremos el asunto con una perspectiva más espiritual.
1. Relaciones construidas en pareja, es decir ambas partes aportan, no
solo él
Ya usar el concepto
“pareja” lo explica todo. Al hablar de pareja hablamos de “iguales”. Iguales en
dignidad, iguales en valor, iguales en importancia. Es por eso que me genera
cierta incomodidad eso de que algunas chicas envían a sus amigos a
la “Friend zone”, como si ellas tuvieran el control de todo y
el que una relación exista solo dependiera del “sí” de la chica. Si vas a
tratar a tus pretendientes como aspirantes que deben pasar una prueba, es poco
probable que puedas construir una “relación de pareja”, más bien será siempre
una relación dispareja en donde tú tienes el control y decides los “sí y los
no”. Créeme, nadie se sentirá cómodo con una relación así.
2. Estar dispuesta a dar aquello que exiges
Si dices que lo que
necesitas es un detallista, romántico, que siempre tenga olor a rico perfume,
preocupado de servirte día y noche, disponible las 24 horas del día, chistoso,
amable con tus amigas, de entretenida conversación con tus padres y hermanos,
de profunda vida espiritual, inteligente y que te ayude en tus labores;
entonces estás en serios problemas porque seguro que si tienes la bendición de
encontrar a alguien que reúna en sí mismo todas esas características de forma
simultánea, lo mínimo que va a esperar es que tu estés a esa altura y hagas más
o menos lo mismo por él.
Tampoco es que
digas: bueno, soy mala persona así que no me quejaré si el que se enamora de mi
es malo también. El asunto es que, mirando tus propias fragilidades,
aceptes que quien se enamore de ti y te enamore, también será frágil y
seguro, la mayoría del tiempo, no se comportará como el galán musculoso de la
comedia romántica que te hace suspirar.
3. Enfocarse en dar
Y si en vez de
poner una lista enorme de los requisitos que te gustaría que cumpliera el
príncipe azul hicieras el ejercicio al revés y pusieras el foco en aquello que
ofreces, aquello a lo que estás dispuesta a renunciar, aquello a lo que
morirías por amor. Te cuento un secreto: las relaciones de pareja son, en
la mayoría de las veces un ejercicio de darse más que de recibir. Por lo tanto,
prepárate para eso, para que si te enamoras estés dispuesta a hacer
sacrificios, a bajar la vara y exigir conforme a las fragilidades que tiene tu
pareja, a aceptar y perdonar los errores tal como esperas que acepten y
perdonen los tuyos. Hay mucho de espiritual en una relación de pareja,
sobre todo en este aspecto. No se trata que tu novio sea un medio de
purificación y penitencia el cual tengas que cargar abnegadamente, pero sí que,
en medio de una relación de pareja, vivas la renuncia a ti mismo, la
entrega, el amor incondicional y el perdón sincero. ¿Habrá algo más cristiano
que amar así?
4. Aceptar la posibilidad de que sea de otro ambiente
Lo sé, salir con una persona que no tiene fe es un desafío en sí mismo, más allá de
las compatibilidades personales y de tu lista de requisitos de admisión, es
probable que en tu grupo te hayan predicado del riesgo de unirte a un “yugo
desigual” (cf 2Cor 6, 14) o las consecuencias de unirte con un pagano
como Sansón con la filistea Dalila. Todo eso no deja de ser cierto. Pero
también es cierto que desde que Jesús se hizo hombre, no hay esclavo u
hombre libre, judío o pagano; todos somos uno en Cristo (cf Gal 3,28),
por lo tanto, ábrete a la posibilidad de que Dios actúe en tu vida y en la vida
del chico de tus sueños que aparentemente no tiene fe.
Está fuera de
discusión si se trata de alguien que proviene de otro ambiente social,
político, económico, étnico. Esas cosas no pueden ser barreras para un amor
sincero, aunque sí debes cuidar que no te haga renunciar a quién eres y en lo
que crees.
5. Deja las escenas ideales para las películas
No te frustres si
al cabo de unos meses de relación aún no ven una puesta de sol en una playa de
arenas blancas mientras van vestidos de lino. Tampoco sientas que todo está
perdido si sus mensajes y cartas no son tan románticos como esas frases que ves
a diario en Instagram. Las películas son ficción y tú vives en el mundo
real. Por lo tanto, tienes que estar dispuesta a que tus momentos
románticos sean más cotidianos y que él no tenga recursos económicos ilimitados
para llevarte a una playa paradisíaca o un fino restaurante. Quizás con suerte
le va a alcanzar para unas papas fritas y una gaseosa. Que los momentos
que construyan tu relación sean valiosos por lo que juntos construyen más que
por los lugares que visitan, las cosas que comen o la ropa que visten, y
si tu relación no queda publicada en redes sociales, no pasa nada.
6. Las parejas reales y consolidadas tienen poco de ideal
La gente despierta
despeinada y con mal aliento, en la noche al sacarse los zapatos es poco
probable que sus pies tengan aroma a flores, la comida no siempre es digna de
ser fotografiada para Instagram, las discusiones no siempre terminan en un
abrazo en el que él te levanta y giran románticamente mientras todo a tu
alrededor se mueve en cámara lenta. Las parejas reales y consolidadas
saben de vivir con lo justo y llegar a fin de mes con dificultad, de repetir la
ropa más de una vez a la semana porque no hay más, de pasar varias semanas (e
incluso meses) sin poder tener una cena romántica; saben de discusiones en
serio, de fondo, de esas que duelen, pero salen de ellas luego de luchar,
renunciar y perseverar aun cuando no se sientan mariposas en el estómago.
No es una
invitación a asumir resignadamente que las relaciones de pareja son odiosas y
poco recomendadas, sino que a amar la idea de que la realidad es
difícil, más aún el camino de un cristiano; pero en medio de eso, uno
encuentra la felicidad, la paz y el amor de la pareja y del Señor. Por lo
tanto, no te desanimes si tu historia de amor no se parece a la novela
romántica que todos leen o a la película con el galán de ensueño.
7. Libérate de estereotipos y prejuicios
Permítete conocer a
las personas, no solo a quienes miras con otros ojos, antes de formarte
una opinión de ellos. Que los prejuicios y los estereotipos no formen parte de
tu lenguaje ni de tus sentimientos. Me da risa y pena cuando escucho cosas
como que “todos los hombres son iguales”. ¿En serio habrá gente que
considere que Hitler y San Juan Pablo II son iguales? ¿Ambos son hombres no?
La apariencia
física tiene mucho que ver con la imagen falsa que nos hacemos de las personas.
Su forma de vestir, de peinar o caminar pueden hacerte una falsa idea de quién
tienes al frente. Lo mismo si es fanático de algún club deportivo, escucha un
tipo de música u otra característica que no forma parte de lo que tu consideras
como “compatible contigo”. Libérate de esos prejuicios y déjate
sorprender.
8. Esperar al príncipe es cosa de princesas. Tú eres una mujer real
Finalmente me
gustaría dejar algunas inquietudes para la reflexión. Ya el solo hecho de
hablar de “esperar” a que llegue alguien es extraño. Es como que dejas todo al
azar, como si el destino tuviera que traer a la puerta de tu casa a
alguien especial, único, el elegido. Eso no ocurre, Dios tiene propósitos, pero
no destino, pues somos libres y aunque Dios quiera un camino para nosotros, son
nuestras decisiones las que van a ir forjando nuestro camino. Por lo
tanto, por más que esperes, si no buscas, si no te abres a la posibilidad de la
sorpresa, es complicado encontrar algo.
Lo segundo se trata
de cambiar esa perspectiva de mérito que deben cumplir los varones. Sin duda un
hombre, sobre todo uno cristiano, debe cuidar a las mujeres y con particular
atención a la que le ha robado el corazón. Sin duda todos esperan que ese
enamorado sea fiel, tierno, delicado, amoroso y muy respetuoso; pero al mismo
tiempo se espera reciprocidad. Tú no eres una princesa, eres una mujer
real, con fragilidades, por lo que, más que un súper galán, con buen gusto para
los regalos y excelente bailarín, deberías acercarte a aquel que ame esas
fragilidades.
Finalmente, si
llevas tiempo de espera y la ansiedad está mermando tu ánimo y las esperanzas
de encontrar el indicado, ofrece esta etapa de tu vida a Dios. Que este tiempo
de espera y búsqueda no sea un tiempo muerto, una etapa de la vida estancada,
sino que sea un tiempo en donde creces como mujer, descubres tu llamado
vocacional más profundo y preparas tu corazón para cuando llegue el indicado.
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